Capítulo X. Musa de mi sonrisa
Me cuentan que últimamente se le ha visto deambular por los pasillos de la sede de la Fundación CECO farfullando imitaciones del madrileño macarra tipo. Al parecer, de vez en cuando se detiene, reposando el peso de su cuerpo sobre una de las columnas que decoran el lugar para, de pronto, clamar al cielo: A Dios pongo por testigo que nunca volveré a imitar a Amparo recitando el menú en inglés.
Ñaro me ha dejado. Me ha dejado por un mísero máster ICEX de internacionalización empresarial. Ha preferido venderse por la posibilidad de unos peripatéticos 20.000-46.000 euros anuales (eso si le dan la beca) y un viaje con gastos pagados a la otra punta del planeta. ¡Yo jamás habría sido capaz de hacerte algo así, Ingo! (Con lo vaga que soy, desde luego que no).
Así que me resigno.
Se despidió, por supuesto. Se despidió mil veces al más puro estilo Marcos SANTANDER. Diciembre llevó el lema de Every day is a farewell! Y nosotros le lloramos como María Jimenez, le vitoreamos como El Fary y le cantamos, al son de Sabina, ¡Con las manos en la masaaa!
Enséñame como te mueves, bonita...
Lejanas quedan ahora las imitaciones de Marta-Tere diciendo Andogggrraa, así como las de Amparos, Jacobos y demás entes de la vida bruselense. Ya no volveremos a oírle cantar el menú al tercer whisky, ni notaremos el contacto repentino de sus manos en nuestros pechos y muslos, esos sobeteos y chupetones furtivos capaces de provocar la ruptura de cualquier pareja. Y ya no hay club de los subnormales, ni rememoramos tiempos de Kepa.
Y a tu ex compañera… Se le acabaron los despertares resacosos frente al espejo del loft cantando a dúo Hoy no me puedo levantar!, los aporreos a la puerta cuando volvía a rastras por las noches y me cerrabas por dentro con la llave puesta dejándome en la calle, los currículos inventados como Ingeniero Industrial con experiencia en Transporte Marítimo de Hidrocarburos, las prácticas de gimnasia sueca frente a los espejos de Zara, los bailes bajos de hip-hop en Le Corbeau y la danza de salón en Mezzo al estilo Dirty Dancing (menos mal, creía que me matabas…).
¿Quién me llamará María Violeta? ¿Quién me preguntará ahora si tengo miedo al amor, Ingo? ¿Quién me contará historias de comisaría a las 4 de la madrugada y de cómo el denunciante de un robo acabó denunciado por escándalo público y, a la vez, denunciando a la policía ante el consulado por maltrato y falta de consideración? ¿Qué voy a contar ahora? Ya no tengo tus historias para entretener a la gente. Ya no podré hablar de las veces que te pierdes. Como aquella, en la que me dejaste para ir al bar de al lado, te equivocaste de dirección y acabaste en el canal.
Me has dejado sin tema de conversación. Sin compañero de juegos. Ahora la gente descubrirá que soy aburrida, que siempre llego tarde a los sitios… Sueño con cuando bajabas a la night shop a por una botella de J&B y disimulabas mis tardías duchas nocturnas con tus chupitos de whisky de 33cl. Me podía cambiar el modelito tres veces… y la culpa seguía siendo tuya. Y la televisión ahora es basura de verdad. Ya no oigo tu voz preguntándome: Rebe, y en Lost ¿por qué manda el médico? ¿Han hecho votaciones? ¿Y tú crees que el gordo ese no tendría que haber adelgazado ya? Es que así no es creíble…
El loft te echa de menos. Yo te echo de menos. Y sin ti el blog ya no tiene sentido. ¿Sabéis que tengo nueva compañera de LOFT? Se llama Leonor, pero Ingo le llama Leocadia.
¡Que te vaya bonito Jimeno-Ingo-Indigo-Ñaro!
Ha sido un placer compartir piso contigo y gracias por ser mi amigo.
Has sido la musa de mi sonrisa permanente.
Te quiero.
PD: cuando se abra la tierra y salga la mano esa que nos va a tragar para llevarnos al infierno, me avisas… ¿ok? Ya sabes donde estoy. Te espero en el Pullman. ¿Brindamos?
¿Brindámoh?