martes, septiembre 05, 2006

Capítulo VII. No hard feelings!!!

“No hard feelings!”. O como diríamos en España: “¡Sin rencor!”. Eso es lo que le digo a Bruselas cuando la miro a la cara después de que me ocurran incidentes como el del otro día. Todos los lugares del mundo pueden ser peligrosos. Tiendo a evitar pensamientos negativos con respecto a la seguridad en urbes y barrios determinados. En mi casa me enseñaron que la maldad es relativa pero existe y es tan palpable que deberíamos temblar cada mañana. Pero siempre me han recordado que la puedo representar yo misma cuando menos me lo espere y que rendirse al miedo solo coarta mi libertad y da la victoria a los que anhelan someternos. Prudencia sería la actitud a la que aferrarse pero los juicios no siempre son fáciles ni las premisas transparentes.

Esta ciudad no es de las más peligrosas del mundo pero es la capital de Bélgica y, para más INRI, la de Europa, con una tasa de población inmigrante del bufff% y la población flotante más alta de Europa, o eso es lo que dicen si no miramos hoy día hacia Canarias. La policía (y que conste que en general no me merece gran respeto) brilla por su ausencia e ineficacia en cuanto al ciudadano se refiere. Su eficiencia es directamente proporcional al cargo y el país de origen del “politicucho” al que deban escoltar en cada caso y por el que deben interrumpir la vida del resto de habitantes de Bruselas.

En este ambiente propicio la población lleva una vida diaria del todo variada pero con bastantes altibajos. El cliente NUNCA tiene razón (no tienen el más mínimo sentido del negocio), los horarios no se cumplen (todo cierra un cuarto de hora antes de la hora establecida), el respeto al prójimo no existe y los servicios públicos son disfuncionales y los “sirvientes” tienen un grave problema de actitud.

A todo este respirar amable hay que añadir el problema de la inmigración y las gravísimas diferencias de género y abusos sexuales que esto conlleva. Y aquí entramos en materia. A pesar de que la mayoría de abusos sexuales son cometidos generalmente por familiares, conocidos o amigos, en todas partes se cuecen habas y en las grandes urbes más. El pasado verano tuve un episodio parecido en Valencia, tal vez más curioso y desagradable que este último, pero menos significativo. La cuestión es que lo que una pueda imaginar queda a años luz de la realidad en cuanto a la variedad y cantidad de perversiones sexuales existentes en las mentes de nuestros semejantes.

Me abstendré de acusar a Bruselas de ser “peligrosa” pero sí comentaré que los ataques a compañeras y amigas, e incluso a mí misma, se han producido en mayor cantidad desde que habito en esta capital. El caso de la playa de la Malvarrosa fue desagradable, sin embargo, el individuo se abstuvo de tocarme y no quiero ni comentaros hacía qué alargaba su mano. Pero, entre comillas, resultó inofensivo. En los casos de Bruselas intervienen manos, brazos, piernas y la entrepierna en función del encuentro y, sobre todo, la buena suerte de alguien que pasaba por allí y que hace que cuente todo esto desde una perspectiva menos dramática.

No hay conclusión en este capítulo. La única posible es que me entran ganas de cortársela a todos aquellos que deciden que su desquite sexual pase por el hurto de la libertad y dignidad de otra persona y por la humillación ajena en represalia a su propia desviación y disfunción sexual. Nosotras, y en algunos casos también nosotros, no somos más que muñecos sin derecho a emitir opinión o a defendernos. No tenemos voz, ni voto, aunque algunos se empeñen en vendernos la cabra.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

haz crujir tus nudillos. El aparato en cuestión es muy delicado. Toca donde duele.

2:19 p. m.  
Blogger furie said...

eres un pervertido J!!!!!!

3:12 p. m.  

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