martes, junio 06, 2006

Capítulo IV. 2 gigas de almacenamiento

Hace unas semanas, Iñigo y yo recibimos la visita de una gran señora. Aran, también llamada Arantzazu Santos Ciriquiain (REGIO) y mundialmente conocida gracias al movimiento revolucionario antifascista JETA EPISTOLAR, volvió a visitarnos con la excusa de cotizar a la Seguridad Social ejerciendo un trabajo temporal relacionado con el bacalao en Europa. Su paso por estas tierras precede a su definitiva partida a tierras lejanas, concretamente a Caracas, donde desarrollará funciones más intelectuales pero no por ello menos prácticas o de menor calado social.

Tras su experiencia en el acercamiento de los pueblos españoles a la vida cotidiana de las mujeres indígenas en Perú, las relaciones públicas con el manager de
El Fary y Miss España 2004, y actividades similares que más vale no mentar, Aran dedicará sus esfuerzos a… Bueno, la verdad es que nadie sabe a qué coño dedicará sus esfuerzos la JETA EPISTOLAR. En realidad, se ha pasado por Bruselas para hacer miles de canapés de “pescau” en la Seafood Exhibition, todo un hito en el calendario de ferias y congresos de Bruselas, a donde todos los funcionarios exentos del pago de impuestos dirigen sus traseros para ver cuantas langostas y bogavantes caben gratis en la funda de su “laptop”.

En realidad, el trabajillo de Aran acabó repercutiendo positivamente sobre nuestros hambrientos estómagos y neveras vacías. Llegados a la exposición y visto que no iba a ser tan fácil hacer de funcionario-jala-gratis, llamamos a nuestra compañera quien, muy amablemente, le comió el tarro al seguridad del exclusivísimo cóctel de las Comunidades Autónomas para que nos dejase entrar. A parte de pelearnos sobre quién le pela la gamba a quién, poco hicimos. Pero a la vuelta y fin de la exposición, Aran había conseguido empotrar en nuestro frigorífico 3 kilos de gambas peladas en salmuera, kilo y medio de surimi en las mismas condiciones, botellas de alcohol y aceite y pimientos rellenos de algún tipo de pescado azul cuya procedencia desconocemos. ¿Cómo acabó aquello? Cena y menú basado única y exclusivamente en gambas. A lo
Forrest Gump y Buba.
Bubba: Anyway, like I was sayin', shrimp is the fruit of the sea. You can barbecue it, boil it, broil it, bake it, saute it. Dey's uh, shrimp-kabobs, shrimp creole, shrimp gumbo. Pan fried, deep fried, stir-fried. There's pineapple shrimp, lemon shrimp, coconut shrimp, pepper shrimp, shrimp soup, shrimp stew, shrimp salad, shrimp and potatoes, shrimp
burger, shrimp sandwich. That- that's about it.
Bueno, a lo que iba. Aran, como su pasado puede llegar a insinuar, es capaz de almacenar hasta 2 gigabytes de información absurda en su cerebro. Consciente de ello, y tras comentarlo con mi compañero de piso, se inició una ardua competición sobre cuál de los dos contaba con más gigas de almacenamiento de información absurda. La competición se mantuvo muy ajustada hasta que descubrimos que Iñigo era definitivamente capaz de almacenar hasta un terabyte (1.099.511.627.776 bytes, esto es 1024 veces un gigabyte) de información absurda. Además, parece que Molledo y yo tampoco nos quedamos muy rezagados, aunque sigo pensando que Molledo juega en primera y yo en segunda.

La cuestión es que intenté, tras prometer, escribir una crónica sobre mis vacaciones en
Gerona, las cuáles han sido como el viaje de Ulises por los mares del Egeo, con monstruos y pueblos fantasma incluidos. Sin embargo, la teoría de los 2 Gigas me ha dado una nueva perspectiva. ¿Cuantos gigas almaceno? ¿Qué información retengo?

En esas, perdí el horizonte y dejé de escribir. Tanta información absurda resultaba inconexa para un hilo argumental lógico. En vez de eso, me inicié en una actividad totalmente desinteresada: amiga y guía de los chicos de Jurídico de la oficina, Antonio y Manolo. Esto podría sonar bastante pretencioso por mi parte, pero resulta que a ellos les hizo gracia la propuesta y aquí estoy yo de “animadora de campamento”. Tanto que, aprovechando el buen tiempo y la despedida de Santi, hicimos un movimiento hacia la naturaleza huyendo de la sociedad de los excesos.

¿Resultado? Acabamos revolcándonos por el césped del parque del Cincuentenario. Puede sonar muy bucólico, pero la realidad es que borrachos como cubas nos pusimos a
jugar al pañuelo y a hacer llaves de judo. Al día siguiente tenía un dedo del pie como una morcilla y una resaca interesante.
Naturaleza. Hay que asumirlo, como escribió el dramaturgo francés
Jean Anouilh: “A cada uno de nosotros le llega un día, más o menos triste, más o menos lejano, en que, por fin, debe aceptar que es un hombre”.

1 Comments:

Blogger Acidvent said...

¿Como consigues medir los kilos,megas,gigas y teras que almacenas?

Mejor dicho, ¿como recuerdas todo eso que almacenas?

Volviendo a lo mundano, ¿te quedan gambas en el frigo?

2:33 p. m.  

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